lunes, 8 de abril de 2024

ANÁLISIS DE LA REALIDAD SOCIAL DOMINICANA EN BASE A UN RADIO FORUM

Estimados participantes, estas tres actividades de análisis de la realidad social dominicana, buscan ubicarnos en el conocimiento de los fenómenos políticos que nos afectan como nación en las últimas cuatro décadas. Las mismas deben ser desarrolladas en el cuaderno y enviadas por fotos en un PDF al correo correspondiente. 


1er análisis y comentario.


  • Escucha la canción de Juan Luis Guerra "El costo de la vida", luego investiga y contesta. 



1. La crisis económica es uno de los aspectos que ha caracterizado todos los períodos de gobierno de nuestro país a través de su historia, ¿Estás de acuerdo con esa afirmación? Justifica la respuesta.


2. ¿Por qué los gobiernos no logran sacar de la crisis económica al país? 


3. ¿Qué recomiendas para buscar una solución?


2do análisis y comentario


En el contexto de las décadas de los 80's y 90's la población dominicana se quejaba constantemente del alto costo de la vida... En ese sentido, escucha la canción de Wilfrido Vargas y sus Beduinos, compárala con las quejas de la actualidad y luego contesta: 





1. ¿Cuáles son los artículos básicos de la canasta familiar? 


2. ¿Cuáles son las razones del alto costo de la vida? 


3. ¿Qué implican estos precios para la población? ¿Ponen en riesgo su alimentación?


4. ¿Pasa lo mismo en la actualidad?


5. ¿Por cuánto sale actualmente la canasta básica familiar? ¿Responde a los ingresos de la mayoría del pueblo dominicano?


3er análisis y comentario 


La corrupción administrativa y el enriquecimiento ilícito 


En nuestro país y muchos otros países donde no se cuenta con una verdera estructura de castigo al delito, desafortunadamente los actos de corrupción por parte de los servidores públicos se viven diariamente.


 Muchos de estos actos son incluso alentados por los ciudadanos cuando propician el desorden ofertando dinero para que les atiendan o resuelvan una situación. 


Se dice que en el país existe una “cultura de corrupción”, muchos ciudadanos de cierta forma contribuyen a que los servidores públicos incurran en actos indebidos, pues están acostumbrados a dar una gratificación o retribución a un servidor público por la gestión de algún trámite, por la adjudicación de una obra, por la obtención de un empleo en el sector público, entre otros.


También es muy común la sobrevaluación de  los presupuestos y el desvío de fondos. 


Analiza la siguiente canción titulada EL CASTIGADOR, de la cantautora Rita Indiana y luego da tu opinión al respecto sobre la realidad de la corrupción en nuestro país y como nos afecta.




  • Si tuvieras l oportunidad de solucionar estos problemas sociales ¿Cómo lo harías? 



viernes, 29 de enero de 2021

 POLÌTICA, NACIÒN Y ESTADO

Para descargar la diapositiva del tema a trabajar debes entrar al siguiente enlace.. 


https://drive.google.com/file/d/1GCRw57GyNe4F7Tyj-ZRS65QCmOE1Bp2A/view?usp=sharing

miércoles, 4 de marzo de 2020

Análisis de la realidad social dominicana

Reflexión crítica de la realidad social dominicana en base al análisis de las canciones Dame el poder de Molotov y El Castigador de Rita Indiana y los misterios. 

5to A: Miércoles 4
5to B: Jueves 5
5to C: Viernes 6
5to D: Sábado 7

Los análisis deben ser mínimo 2 párrafos y máximo 3. Recordar colocar nombre, número y sección al realizar la publicación.

miércoles, 19 de febrero de 2020

TEMA 6: PRESENCIA AFRICANA EN NUESTRA CULTURA


NOTAS SOBRE LA  CULTURA DOMINICANA

Carlos Esteban Deive

Artículo aparecido en Boletín del Museo del Hombre Dominicano - Año VIII, Núm. 12 (Enero 1979).

FRAGMENTO SOBRE LA PRESENCIA AFRICANA EN NUESTRA CULTURA

El proceso de colonización, caracterizado en principio por el modo de producción minera y más tarde agotado éste por el azucarero, obligó al conquistador a introducir en Santo Domingo desaparecida la mano de obra indígena, poco resistente al trabajo forzado al negro africano en calidad de esclavo.

La presencia del negro en la isla data de los primeros años de su descubrimiento. Sabemos con certeza que ya en 1503 existían en la Española esclavos suficientes en número como para rebelarse y huir a los montes, ya que el gobernador Ovando se quejaba de las fugas y malas costumbres que los africanos daban a los nativos, con quienes convivían en sus refugios apartados de los centros urbanos.

Los esclavos traídos a Santo Domingo procedían de diversas zonas de África y, por tanto, pertenecían a culturas diferentes. En las primeras épocas esos esclavos eran ladinos, es decir, nacidos en España y cristianizados, pero a medida que el tráfico y comercio se intensificaban y las autoridades de la colonia reclamaban más mano de obra servil para las plantaciones y otros quehaceres, se permitió la introducción de negros bozales, importados directamente de África.

El negro africano llegó, pues, a Santo Domingo, en calidad de esclavo, y fue él quien completó, con su trabajo forzado, la actividad del español conquistador. Es por tanto la situación de esclavitud la que marca, como trazo fundamental, la presencia del negro en la isla. Como esclavo, y a causa de esa situación, el negro arribó a América con sus culturas quebrantadas. Arrancado por la fuerza de su tierra, transportado y trasplantado a un nuevo hábitat, obligado a integrarse a una sociedad que no era la suya y en la que se encontraba en una posición de absoluta subordinación económica y social, el negro africano vio así destruida su organización tribal y política, sus formas de vida familiar y, en fin, todas sus estructuras sociales originales. Mientras el español se limitó a importar su sociedad y civilización, no teniendo que hacer otra cosa sino adaptarlas a un nuevo medio, la esclavitud, al desgarrar la cultura africana original, sólo permitió que el negro trajera consigo sus creencias y valores, debiendo sujetarse, en cambio, a una sociedad distinta a la suya e impuesta por su amo blanco.

Aun cuando el trasplante de esclavos negros tuvo como escenario un hábitat similar al existente en la costa occidental africana, las características singularmente dramáticas de ese trasplante impidieron que aquellos pudieran mantener intactas sus culturas. La sacudida violenta y atroz que significó para ellos su desarraigo solar, y el régimen de opresión a que fueron sometidos, ni siquiera les dejó utilizar enteramente sus técnicas en relación con el nuevo ambiente. De ahí que, en la actualidad, tal como dice Bastide (1969), no puede hablarse de civilizaciones o culturas africanas en América, sino de culturas negras o más bien de rasgos, restos de esas culturas.

Varias décadas han transcurrido desde la aparición de la obra de Nina Rodríguez, y mientras a lo largo de ese tiempo un número considerable de especialistas han venido dedicándose en otros países a estudiar los vestigios o remanentes culturales negroafricanos en el Nuevo Mundo, en Santo Domingo las aportaciones del hombre de color continúan siendo ignoradas en gran parte. Hasta hace poco, y sólo de pasada, se hacía referencia, si bien en términos peyorativos, a ciertos aspectos del África "salvaje" y "supersticiosa" incrustados, como un tumor maligno, en las entrañas del alma dominicana, y aún así esos aspectos fueron siempre vistos como extraños y producto de aciagas circunstancias históricas.

Para los afroamericanistas, Santo Domingo constituye un campo de trabajo fértil y virgen, no sólo por la escasez de investigaciones realizadas hasta hoy, sino por las excelentes y envidiables condiciones sociológicas que el país ofrece.

En efecto, la población negra y mulata existente en Santo Domingo, es el resultado de diversas migraciones:

1) las procedentes directamente de África, ocurridas en la época de la colonia. Estas migraciones comienzan en los años iniciales del siglo XVI y se continúan prácticamente hasta el siglo XVIII.

El mito de la escasez de mano de obra negra, sustentado calurosamente por los hispanistas a ultranza, no resiste el más somero análisis de las fuentes históricas. A partir de la primera mitad del siglo XVI la población de color era tan numerosa y los cimarrones pululaban por todos los puntos de la isla con tan desparpajo que la Corona española se vio obligada a dar instrucciones a las autoridades de la colonia con el fin de doblegar a los rebeldes. La abundancia de esclavos africanos mereció que Fernández de Oviedo (1959) dijera que La Española era una copia fiel de África.

2) las migraciones de esclavos fugitivos desde la colonia francesa de la parte occidental de la isla, compuesta generalmente de negros fugitivos, huidos de los rigores de sus amos, y que nutrieron la colonia española desde la época inicial del establecimiento de los franceses en la isla.

Estos esclavos provenían directamente de África, y en ciertos casos llegaron incluso a formar comunidades como la de San Lorenzo de los Mina, que es hoy barrio o sector de la ciudad de Santo Domingo.

3) los llegados de otros puntos de las Antillas, sobre todo de las Menores, ya dominadas por franceses, ingleses, holandeses, etc.
Más modernamente, ya en el período republicano, la afluencia de negros a Santo Domingo continuó en gran número. Cabe citar:

4) el tráfico de trabajadores negros desde las Antillas inglesas en el primer tercio de este siglo para laborar en los ingenios azucareros del este de la isla, y cuyos descendientes se conocen hoy entre nosotros con el nombre de cocolos (Ver al respecto: Bryan, 1973; Mota Acosta, 1977).

5) la inmigración de ex esclavos norteamericanos, propiciada por el presidente haitiano Boyer a partir de 1822, cuando logra el control de toda la isla. Estos inmigrantes se avecindaron en Puerto Plata y la península de Samaná. Si bien la inmigración concluyó pronto, los descendientes de esos ex esclavos constituyen en la actualidad un grupo étnico y cultural bien definido y son objeto de interés por parte de varios antropólogos norteamericanos.

6) la numerosa mano de obra importada desde Haití, y cuyo flujo prosigue hoy, la cual se ha incorporado en gran parte a la población dominicana, ya legal o ilegalmente.

Todas esas migraciones han contribuido grandemente a aumentar los distintos procesos de transculturación operados en Santo Domingo desde los primeros días de la esclavitud.
Remanentes culturales africanos se observan en Santo Domingo en muy diversos aspectos: música, baile, creencias mágico-religiosas, cocina, economía, diversiones, hábitos motores, lenguaje, etc. Un estudio pormenorizado de esos remanentes está todavía por realiza a pesar de los intentos parciales llevados a cabo hasta ahora por algunos investigadores. Es necesario además precisar la procedencia tribal de los esclavos, y una historia más documentada de la esclavitud en Santo Domingo debe emprenderse de inmediato.

Veamos a continuación, en forma sumaria, los principales vestigios negroafricanos presentes en la cultura dominicana actual.
Tal vez la mayor influencia del esclavo africano se observe en la música y baile. Tal influencia se origina en las danzas, que como la calenda, se practicaban en Santo Domingo, como en otros lugares de América, desde los años iniciales de la esclavitud. Debemos al padre Labat, quien viajó por las Antillas en el siglo XVIII, una descripción bastante minuciosa de la calenda.

De esta danza derivan, según investigaciones realizadas por el folklorista Fradique Lizardo, varios de nuestros ritmos populares. Uno de los más generalizados de todos es los palos, nombre con que se designa tanto al ritmo como a los membranófonos utilizados. Ritmos nacionales de obvia impronta africana son la sarandunga, los congos, la jaiba, el chenche matriculado, etc. La salve, que al decir de la etnomusicóloga norteamericana Martha Davis, es la más típica de los géneros tradicionales dominicanos, presenta dos estilos: uno claramente español, amétrico y antifonal, y otro polirrítmico, fuertemente hibridado entre lo español y lo africano. Entre los instrumentos de origen africano cabe citar los palos, el balsié, la gallumba, etc.

La música popular dominicana está íntimamente ligada a la cultura religiosa, y se interpreta sobre todo en las llamadas fiesta de santos, conocidas también, según la zona del país, como velacionesvelas o noches de vela. Otros ritmos populares son de evidente origen español, como la mangulina y el carabiné.

Las creencias mágico-religiosas dominantes entre las capas campesinas y populares dominicanas reflejan el sincretismo cristiano-africano operado desde los tiempos de la colonia. El vodú dominicano es de obvia procedencia haitiana, pero sus rasgos y complejos se muestran degradados en Santo Domingo. Al panteón voduísta criollo se han incorporado muchas divinidades o loas nativos. El rasgo más característico del vodú dominicano es el que lo relaciona directamente con la actividad mágica. Las correspondencias entre los loa y los santos católicos son similares a las haitianas (Deive: 1975).

La magia dominicana es también una mezcla heterogénea de creencias y ritos africanos y europeos, estos últimos especialmente españoles. Animales míticos como el bacá y el galipote proceden de Haití. Las clásicas brujas y las características que las rodean son españolas. De Europa nos viene la superstición del mal de ojo, la supuesta existencia de lugarús (loup-garou) y numerosos hechizos y encantamientos, amén de la mayoría de las artes adivinatorias.

Los ritos funerarios contienen muchos rasgos de ascendencia africana que son compartidos con otros países de América. Un ejemplo típico es el baquiní o velorio del angelito.

En el campo económico destacan las diversas instituciones de ayuda mutua, existentes tanto en los campos como en las ciudades. En los medios rurales, estas instituciones se presentan en forma de agrupaciones de campesinos que se reúnen para colaborar en determinadas faenas agrícolas, como siembras, talado de bosques, preparación del terreno, etc. Reciben el nombre de juntas o convites y presentan características similares al combite haitiano, estrechamente emparentado con el dokpwe de los fon de Dahomey. Dichas faenas se acompañan de cantos e instrumentos musicales que sirven de estímulo y coordinación en el trabajo. Todos los miembros de una junta están obligados a reciprocar la ayuda prestada y colaborar en las labores de los demás. Al finalizar la jornada se celebra una fiesta que corre a cargo del propietario del terreno.

Otra institución de ayuda mutua, de origen africano, es el sistema de crédito rotativo que se conoce con el nombre de san y que corresponde al Esusu yoruba. Como en Nigeria y otras partes de Afroamérica, el san lo integran preferentemente mujeres. Consiste, como es sabido, en el establecimiento de una caja común a la que cada participante del san contribuye con una suma mensual o semanal. Cada socio recibe, en forma rotativa, el valor total de la caja, empezando por el que la organizó (Pollak-Eltz).

La cocina dominicana contiene productos y platos de procedencia africana. Entre los primeros figuran el guandul, el ñame y el funde. Platos típicamente africanos parecen ser el mofongo, preparado a base de plátanos verdes y, derivados de la cocina cocola, el fungí y el calalú. Una bebida común entre los esclavos negros era el guarapo, que se saca del jugo de caña de azúcar.

De los cocolos descendientes de los inmigrantes negros de las Antillas británicas nos vienen ciertas diversiones como las practicadas por los buloyas o Guloyas y los Momís, ambos de la ciudad oriental de San Pedro de Macorís. Los primeros, según la opinión más generalizada, son grupos de máscaras que representan, aunque en forma muy degradada, escenas del combate bíblico entre David y Goliat. Los segundos son un remanente de las tradiciones inglesas del Mummer's Play, traído a las islas antillanas por los colonizadores británicos, obras dramáticas que se escenificaban en Navidad. Los momís, según Martha Davis, tienen un aspecto carnavalesco en el que se advierten influencias africanas, sobre todo en los trajes y el comportamiento de sus integrantes.

Ciertos juegos infantiles practicados hasta hace poco han sido reportados por el investigador Veloz Maggiolo como de origen africano. Son ellos el fufú, formado por un botón grande y un hilo que se pasa por dos orificios de dicho botón; las castañuelas de palitos; la bocina, fabricada con una caja de fósforo y la "cajita" (1977, 84).

La influencia africana en el lenguaje dominicano no es muy significativo, pero aún así es posible rastrear numerosos vocablos importados por el esclavo negro y que se han incorporado al léxico popular. Una gran parte de esos vocablos es común a otros países antillanos, como Cuba y Puerto Rico. Citamos, entre otros, las voces bemba, bachata, guineo, quimbamba, añangotarse, etc.

Si la cultura dominicana es una simbiosis rica y dinámica de distintas influencias indígena, negra, española conviene preguntarse en qué momento de la historia de Santo Domingo comienza a producirse esa simbiosis. La respuesta no es fácil y para encontrarla habría que remontarse, tal vez, a los comienzos del siglo XVIII, cuando lo que Veloz Maggiolo denomina el "sentido del criollismo", empieza a surgir a partir de las devastaciones del gobernador Osorio, hecho que condujo, a la división de la isla en dos colonias (1977, 11).

El término criollo, aplicable en sentido general a todo lo originario de los países americanos, estaba reservado exclusivamente, a partir del siglo XVI, para denominar a los hijos y nietos de africanos nacidos en estas tierras. El documento más antiguo que atestigua la presencia de esa palabra se encuentra en el testamento de Juan de Castellanos, en la parte que hace relación a los esclavos domésticos, propiedad de este autor. En esa relación aparecen los nombres de varios esclavos domésticos, como "Ambrosio, negro criollo"; "Andrés, criollo de Santo Domingo", etc. (Álvarez: 1974). En 1590, el padre Acosta lo utiliza para nombrar a los nacidos de españoles en Indias, y el Inca Garcilaso de la Vega lo aplica indistintamente a los españoles y negros. Ya en el siglo XVIII el adjetivo criollo designa a todos los nacidos en América, no importa la casta o mezcla de donde provengan. Se exceptúan de este calificativo a los descendientes de indígenas.

El criollo, o nacido en América, inició así un proceso de adaptación a la tierra y al clima que lo obligaron a rechazar la cultura de sus mayores para crear otra más acorde con su medio ambiente. Ese vivir diferente es el que da origen a la cultura criolla, distinta por tanto a la de los europeos que siguieron llegando al Nuevo Mundo.

Existe documentación que prueba que en ciertas zonas americanas, como en México, esos matices culturales diferenciales son ya observables en las postrimerías del siglo XVI. Un ejemplo evidente lo tenemos en la obra de Juan de Cárdenas, médico sevillano que en su obra, editada por primera vez en 1950, se refiere a las novedades que en cuestión de modales, expresiones verbales y actitudes mentales distinguen al nacido en Indias del "cachupín venido de Indias" (Arrom: 1953, 267).

El proceso de formación de la cultura dominicana, que puede situarse a partir del siglo XVII, responde pues a la necesidad del criollo de adaptarse al hábitat donde vive y es el resultado de un largo y prolongado mecanismo de transculturación que se inicia sobre todo a partir de la cultura española, lógicamente predominante, a la que luego se mezclarán ingredientes procedentes de la aborígen y africana.

A estos ingredientes habría que añadir los derivados de etnias y nacionalidades de inmigración reciente, como la árabe, la asiática y la judía, si bien esta inmigración no es muy significativa en el proceso de criollización cultural.

¿Pertenece la cultura dominicana a lo que se conoce como el "área cultural" del Caribe? La expresión "área cultural" es un artificio inventado por los antropólogos para designar un espacio geográfico dentro del cual conviven pueblos que presentan culturas más o menos parecidas. Ahora bien, lo que llamamos "Caribe" ha sido delimitado de diversas maneras. Ciertas clasificaciones hacen comprender en él solamente a las islas que bañan el mar de las Antillas y el Atlántico, pero otras incluyen Centroamérica y la costa norte de Sudamérica. Por otra parte, lo que Wagley denomina "la esfera de la Plantación", cuyos rasgos define a partir fundamentalmente del Caribe, abarca no sólo las zonas señaladas, sino también el sudeste de los Estados Unidos.

Es obvio que la cultura dominicana en nada se asemeja a la centroamericana, ni a la del sudeste norteamericano, y los rasgos que comparte con los países de la costa norte de Sudamérica son bien pocos. Habría entonces que delimitar el espacio del "área cultural" del Caribe, para que en él pudiese tener cabida la cultura dominicana a las dos Antillas: las mayores y las menores. Pero las primeras incluyen a Jamaica, cuya cultura es muy diferente a la nuestra, y en cuanto a las segundas, colonizadas por diversas potencias europeas, apenas es posible observar ciertos rasgos comunes. Tal vez los dos únicos países que más se parecen culturalmente al dominicano sean Puerto Rico y Cuba y, en menor medida, Haití.

Por otra parte, la "esfera de plantación" o afroamericana señalada por Wagley (1968) abraza el noreste del Brasil, la Guayana francesa, Surinam, Guyana, la costa caribeña de América Central, el Caribe y el sudeste de los Estados Unidos. El propio Wagley ha sumarizado los rasgos comunes a esta región, de los cuales los más importantes son: monocultivo bajo el sistema de plantación, estructura social rígida, sociedades multirraciales, débil cohesión comunitaria, pequeños propietarios campesinos bajo el régimen de subsistencia y régimen familiar de carácter matrifocal, todo ello influido por supervivencias negroafricanas tanto en el folklore como en las creencias religiosas.

Qué rasgos de los indicados se encuentran en Santo Domingo es difícil de indicar, pero parece que una estructura social rígida no es aplicable a la cultura dominicana y la matrifocalidad de nuestra familia es muy discutible. Grupos como los Bush Negro de Surinam y la Guayana francesa o los Caribes Negros de St. Vincent, son totalmente ajenos, culturalmente hablando, al pueblo dominicano.



Si existe una cultura del Caribe en la cual esté incluida la dominicana es requisito obligatorio definir previamente cuál es el espacio geográfico implícito en ese término y qué se entiende por esa cultura.

viernes, 24 de enero de 2020

A propósito del día de Duarte
(Santo Domingo 26 de enero de 1813 – Caracas 15 de julio de 1876)
Julio César Martínez Rodríguez


La figura histórico-patriótica de Juan Pablo Duarte es una de las más preponderantes, pero no la única, del proceso de la Independencia Nacional. En tal sentido, es considerado, sin lugar a equivocarme, por todos/as los/as dominicanos/as como el verdadero iniciador del proceso independentista puro y simple, con marcado espíritu nacionalista; y junto a él, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Félix María Ruíz, Benito González, Juan Nepomuceno Ravelo, Felipe Alfau, José María Serra y Jacinto de la Concha, arriesgados jóvenes que el 16 de julio de 1838 fundaron la sociedad secreta La Trinitaria.

El ideal político duartiano, estaba muy marcado por el liberalismo, influencia esta que había adquirido de sus viajes por Europa. En él se veía muy claro el concepto de nacionalidad e independencia, de lo que se desprende, tanto en su accionar como en su discurso, varios elementos esenciales, la patria, el hombre, la ley, la tolerancia y los poderes del Estado, de los cuales establecía que eran cuatro, a saber, y respetando el orden dado por el patricio, Poder Municipal, Poder Legislativo, Poder Judicial y Poder Ejecutivo.

En el proyecto de constitución que redactó Duarte, el cual nunca llegó a convertirse en Constitución, se denota el apego del prócer a la libertad y su visión de que los/as dominicanos/as pudiesen desarrollar un proyecto político de manera independiente.

Si nos fijamos en el orden dado por Duarte a los poderes del Estado, constatamos la importancia del poder político descentralizado, no presidencialista, lo cual sugiere un ejercicio de la autoridad en manos del pueblo, para que encuentre un lugar de germinación la democracia. Este orden, que nunca ha sido aplicado en la historia republicana dominicana, nos permitiría romper con los vínculos de dependencia que por tanto tiempo nos han atado a las figuras “paternalistas” de los presidentes de turno.

Más que ofrendas florales, desfiles, actos solemnes, Te Deum, notas de prensa, comunicados, reportajes escritos y televisivos, entre otras actividades que se realizarán y resaltarán en este día, a lo cual no me opongo, lo real es que eso de nada vale, sino tomamos a Duarte como modelo de correcto ciudadano, honesto en el manejo del erario público, sacrificado hombre, con defectos y virtudes, con aciertos y desaciertos, que se mantuvo consagrado al bien común, al bien de la patria.

Pero hay un problema, han querido secuestrar de la memoria histórica del pueblo dominicano al verdadero Duarte, al hombre de carne y hueso, que tuvo debilidades, que cometió errores, que habrá tenido miedos e inseguridades, pero que supo vencerlas y superarlas. Para vendernos la idea de un Duarte “superhéroe”, “santo e inmaculado”, y hasta cierto punto no humano y celestial, más que un hombre comprometido con la realidad social de su época, un ser de historietas, de cuentos y poesías.

Lamentablemente el ideal duartiano ha fallado, no tiene valor ni preponderancia en la clase política nacional. Y en ese sentido, Duarte sería un fracasado, y la nación dominicana, una quimera.

Concluyo esta reflexión con palabras del mismo Juan Pablo Duarte e hilvanadas con algunas mías: “Trabajemos por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”. No hay vuelta atrás dominicanos y dominicanas, con el orgullo en alto, porque “los enemigos de la Patria, y por consiguiente nuestros, están todos de acuerdo en estas ideas: destruir la nacionalidad aunque para ello sea necesario aniquilar la nación entera. De eso no hay la menor duda,

Identidad cultural y concepto de cultura (TEMA 5)


5.1 ¿Qué es la identidad cultural?
Los estudios sobre identidad cultural se remontan al siglo XVIII, es decir, a los inicios de la antropología como ciencia social. Han seguido una trayectoria muy diversa y se han modificado de acuerdo con las transformaciones en la definición del concepto de “identidad” y también el de “cultura”.

Entre otras cosas los estudios sobre identidad cultural nos han llevado a preguntar si ¿La identidad cultural impacta la psique individual, o se trata del proceso contrario? ¿Cómo se relaciona la identidad cultural con procesos locales y globales? ¿Es la identidad cultural lo mismo que, por ejemplo, la identidad social, la identidad nacional o la identidad familiar?
Sin la intención de responder de manera detallada a estas preguntas, pero para explicar con una mayor precisión a qué se refiere el concepto de “identidad cultural”, en este capítulo vamos a definir, por un lado el término de "identidad", y por otro el de "cultura".

5.2 Teorías sobre la identidad

La identidad ha sido entendida de maneras muy distintas dentro de las ciencias sociales. Hay perspectivas que desde la psicología más tradicional proponen que la identidad es un hecho individual, que se fija de manera total, natural, con particularidades que son propias de cada individuo.

En el lado contrario, las propuestas más clásicas de la sociología hablan de la identidad como el efecto de una serie de normas y pautas que las personas nos limitamos a reproducir y poner en práctica. Por su parte, las propuestas más contemporáneas de las ciencias sociales nos dicen que la identidad no es un hecho, sino un proceso, con lo cual, no hay un inicio y un fin que tienen lugar en ciclos vitales determinados.

Se trata más bien de una serie de transformaciones que tienen lugar bajo distintas circunstancias que no son fijas ni inamovibles. La identidad es, en este sentido, comprendida como el efecto de una serie de influencias sociales; pero es así mismo entendida como el resultado de la propia agencia.

En otras palabras, las teorías más contemporáneas sobre la identidad toman distancia de la psicología al considerar que es un proceso mediado por las influencias del entorno; y plantean también una distancia con la sociología al considerar que las personas no nos limitamos a reproducir esas influencias del entorno, sino que las interpretamos, las elegimos, creamos proyectos con ellas, etcétera.

Así mismo, la identidad es pensada como el producto de establecer una diferencia, bien complementaria o bien antagónica. Es decir, el resultado de reconocerse con características 11 comunes a un grupo determinado, que son al mismo tiempo distintas a las características de otros individuos y grupos. Se trata de una diferencia que establecemos para generar una certeza sobre lo que individual y colectivamente somos.

5.3 La cultura: algunas definiciones
El concepto de cultura ha sido entendido y utilizado de maneras muy distintas que se pueden rastrear desde el contexto intelectual norteamericano y europeo del siglo XVIII. En sus orígenes, el concepto de cultura estaba muy relacionado con el de civilización, hacía referencia a todas esas cualidades que se reconocen como necesarias para que un miembro sea considerado competente en una sociedad.
La cultura es posteriormente comprendida como el conjunto de herramientas, actividades, actitudes y formas de organización que permiten a las personas satisfacer sus necesidades. Por ejemplo, desde tareas pequeñas hasta instituciones sociales y la distribución económica. Ya en el siglo XIX la cultura empieza a comprenderse en relación al intelecto, como una serie de ideas que se reflejan en pautas de conducta que los miembros de una sociedad adquieren y comparten por instrucción o por imitación. A partir de aquí, la cultura comenzó a entenderse también en relación con las artes, las religiones, las costumbres y los valores.

Luego del intelecto, el concepto de cultura se entiende también en un sentido humanista muy relacionado con el desarrollo individual, tanto a nivel intelectual como espiritual, que se compagina con las actividades y los intereses de una comunidad en particular. En este mismo sentido, y a la par del desarrollo de la ciencia, la cultura se comprende como un discurso colectivo, que es simbólico y que articula valores con conocimientos.

Finalmente, y ante la evidente multiplicidad de formas de comprender la “cultura”, no queda más remedio que comenzar a pensar que no hay una sola manifestación de ésta, con lo que se genera una nueva comprensión del mismo concepto. La cultura es entonces entendida desde la diversidad de cosmovisiones y comportamientos, incluyendo los estilos de vida y las actitudes que son parte de distintas comunidades alrededor del mundo.

En este contexto, el reconocimiento de la diversidad cultural se enfrentó con algunas reminiscencias de la vieja relación entre cultura y civilización, con lo que algunas culturas se comprendieron como superiores y otras como inferiores. No solo eso sino que la cultura se asentó en oposición a la naturaleza, e incluso como obstáculo del desarrollo económico, sobre todo cuando se lleva al terreno de la gestión territorial.

En suma, la cultura es entendida en términos operativos como el conjunto de rasgos que distinguen a un grupo social (que comparten los mismos del grupo). Dichos rasgos se entienden como socialmente adquiridos y pueden ser espirituales, materiales o afectivos. Pueden ser también los modos de vida, las expresiones artísticas y las formas de conocimiento, los valores, las creencias y las tradiciones.

Los rasgos que se consideran propios de una cultura por estar socialmente adquiridos, y por servir como distintivos de un grupo, son elementos que dan origen a una identidad. Es decir, a un proceso de reconocimiento de uno mismo ante los marcos de interacción que pertenecen al grupo social al que pertenecemos.

Se trata de marcos que nos ofrecen esquemas de referencia e identificación de acuerdo con los valores del propio grupo; y que nos ofrecen certezas sobre los vínculos y sobre nuestra función en la comunidad. Además, a identidad cultural nos confiere una serie de referencias históricas y físicas sobre nuestro lugar en el grupo social.

Por ejemplo, las posibilidades de reconocernos como mujeres u hombres, o como personas que pertenecen a una clase u otra, puede ser distintas entre distintas culturas. Lo mismo pasa con la identidad que se corresponde con funciones e instituciones determinadas, como ser estudiantes, profesores, amigos, hermanos, familiares, etc.

5.4 Características de la cultura:-

- Adaptativa: se adapta al medio físico y muchas veces lo modifica. Esta adaptación sirve para que los seres humanos puedan vivir en los entornos naturales y sociales que ocupan. Cada generación trata de mejorar las condiciones adaptativas, conservando todos los elementos del pasado que poseen un mínimo de eficacia, e incluso otros muchos por razones de identidad.

- Aprendida: se aprende, no la traemos al nacer. Los seres humanos aprenden desde el nacimiento, a lo largo de toda la vida. En la infancia el aprendizaje es muy intenso, debido a la elasticidad del cerebro para aprender, y a la falta de autonomía del ser humano. Al aprendizaje, consciente o inconsciente de una cultura por parte del ser humano lo denominamos socialización. A través de este proceso los seres humanos hacen suyas las pautas que guían su comportamiento en la cultura y se dotan de valores.

- Compartida: se comparte por los integrantes de la sociedad. Hay elementos que caracterizan a la sociedad y que sin embargo no forman parte de cada individuo en particular.

- Simbólica: tiene símbolos que la representan: Bandera, Himno Nacional, Escudo, Idioma. También tiene elementos que la representan, como el merengue, el mangú, el sancocho, las habichuelas con dulces…

5.5 Elementos de la cultura:-

Materiales: Son todos los objetos, en su estado natural o transformados por el trabajo humano, que un grupo esté en condiciones de aprovechar en un momento dado de su devenir histórico: tierra, materias primas, fuentes de energía, herramientas, utensilios, productos naturales y manufacturados.

Organización: Son las formas de relación social sistematizadas, a través de las cuales se hace posible la participación de los miembros del grupo cuya intervención es necesaria para cumplir la acción. La magnitud y otras características demográficas de la población son datos importantes que deben tomarse en cuenta al estudiar los elementos de organización de cualquier sociedad o grupo.

Conocimientos: Son las experiencias asimiladas y sistematizadas que se elaboran, se acumulan y trasmiten de generación a generación y en el marco de las cuales se generan o incorporan nuevos conocimientos.

Creencias: Es el conjunto de ideas que prescriben formas para comportamientos correctos o incorrectos, y dan significado y propósito a la vida. Pueden ser interpretaciones del pasado, explicaciones del presente o predicciones del futuro, y pueden basarse en el sentido común, sabiduría popular, religión o ciencia o en alguna combinación de éstos. Son las representaciones colectivas, las creencias y los valores integrados que motivan a la participación y/o la aceptación de las acciones: la subjetividad como un elemento cultural indispensable.

Valores: Son normas compartidas, abstractas, de lo que es correcto, deseable y digno de respeto. Aunque los valores son ampliamente compartidos por toda una sociedad son muy variables dependiendo de las personas.

Normas y sanciones: Son reglas acerca de lo que la gente debe o no debe hacer, decir o pensar en una situación determinada. Las sanciones son las recompensas y castigos impuestos socialmente, con la cuales las personas son alentadas a apegarse a las normas.

Símbolos: Es algo que puede expresar o evocar un significado: un crucifijo, la constitución; la bandera aunque no es más que una pieza de tela coloreada, es tratada con rito solemne e inspira sentimiento de orgullo y patriotismo.

En otras culturas una vaca o un cerdo de un color particular puede evocar sensaciones semejantes. (los significados culturales y personales se entrelazan).

El Idioma o lenguaje: Es un conjunto de símbolos hablados (y muchas veces escrito) y reglas para combinar estos símbolos en modo significativo. El lenguaje ha sido llamado “el almacén de la cultura”. Es el medio primario para captar, comunicar, discutir, cambiar y transmitir conocimientos compartidos a nuevas generaciones.

·         ACTIVIDADES (ESTUDIANTES DE 5TO DEL POLITÉCNICO CALASANZ)





CUADERNO
1.       Leer y resumir en el cuaderno.
2.       Hacer una lista de palabras claves en el cuaderno y buscar sus significados.

PORTAFOLIO

3.       ¿Qué es la identidad?
4.       ¿Qué es la cultura? ¿Cuáles son sus características?
5.       ¿Cuáles son los elementos característicos de la cultura? Agrega ejemplos de cada uno de ellos relacionados con la cultura dominicana.