Que vaina… vivimos en el país de los cínicos
Julio César Martínez
Los seres humanos por nuestra propia naturaleza, somos poseedores de derechos inalienables, que los tenemos por el simple hecho de ser persona, y si se nos niegan, están poniendo en juego nuestra propia supervivencia.
Entre estos derechos se pueden mencionar, el derecho a la vida, pero una vida digna, plena, donde el acceso a la salud, a la alimentación, a la vivienda, a la educación sea una prioridad.
En un país que se jacta de mostrar al mundo sus avances, sus logros, que literalmente estamos “blindados” de los efectos de la crisis económica mundial, donde “comer es primero”, donde se “invertirá en la gente” y siempre E´Palante que vamos, resulta algo burlesco que en los medios de comunicación aparezcan ancianos, que se han pasado toda su vida trabajando y pasando penurias, reclamando una pensión que en base a lucha se han ganado, porque se la descontaron de su salario de mal pagados obreros. Mientras que unos, que nunca han pasado las de Caín, reciben, por disposición del Poder Ejecutivo, jugosas pensiones, por sus “grandes servicios a la patria”.
La cuestión no se queda ahí, sigue de mal en peor, y nadie dice, ni hace nada, ni siquiera la oposición, por que esos, hace años que perdieron la perspectiva de nación, y no tienen calidad moral para decir “esta boca es mía”, bien les cabe, junto con los que están actualmente en el poder, la expresión “Que gobiernen las putas, porque sus hijos la han cagado”… y sigue peor, porque a una clase como la de los maestros del sector educativo público le descuentan un seguro que no sirve, que está quebrado, donde hay un supuesto déficit de más de 700 millones. Y digo supuesto, porque es un secreto a voces, que lo del déficit es una forma política de referirse a un desfalco comunal, con la complicidad de los que están, de los que estuvieron y de los que amenazan con estar. Encubriendo no se sabe a quién, pero mostrando que son verdaderos “sepulcros blanqueados”, pestilentes de conciencia, de hablar y de actuar.
En este país de perversos, se suspende, de forma arbitraria, sin un estudio a fondo, sin una investigación a conciencia, el desayuno escolar a los 1,5 millones de niños que asisten a las escuelas públicas, cada vez que la irresponsabilidad del ministro y de los suplidores, ponen en riesgo la vida de estos. Sin dar una explicación, de golpe y porrazo se llevan de madre la única opción segura que tienen muchos de estos niños, que viven en el margen de la miseria, de tener un alimento al día. Y surge entonces una interrogante ¿Es qué los 17 millones de pesos diarios que se dicen que son invertidos en este renglón social no les duelen a nadie, son hojas de palo que no importan que se boten?
Parte el alma ver por un lado, la preocupación de las indefensas amas de casa al ir a un colmado y no saber que comprar, porque la comida está cada vez más cara y los cuartos no rinden, cada vez se achican más y por el otro la opulencia de algunos funcionarios, con villas y castillas, vehículos de lujo, inversiones que no pueden justificar en empresas nacionales e internacionales, pago de facturas de restaurantes de lujo con tarjetas de créditos a nombre de la institución que dirigen, viajando a pasar vacaciones a Aspen, Bariloche, Paris, Londres, Cap Cana y Casa de Campo, cuando hace años atrás no tenían ni siquiera un motor de esos llamados 70, comían de fonda, vivían en pensiones y pedían bola para ir a las reuniones del partido.
Pero que vaina, hay que ver y callar, porque si hablas, protestas o te pones del lado de los que están sufriendo los embates de la pobreza y se les niegan sus derechos esenciales, eres enemigo del gobierno y te califican como un “caco caliente” o ignorante que no sabe CONCEPTUALIZAR. Vivimos en el país de los cínicos, de los simuladores… porque aquí no pasa nada, lo que esta mal es pura “cháchara” de los que no están “mamando de la teta del progreso”, de eso no hay la menor duda, inconcientes, traidores a la patria.
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