“SIN TI SE HUNDE ESTE PAÍS”
El culto a la personalidad en el contexto presidencial dominicano
Julio César Martínez Rodríguez
Desde que afloró la nación dominicana como un Estado independiente en 1844, se denota el fenómeno del culto a la personalidad en nuestro país, ya que caudillos políticos como Santana y Báez centraron su hegemonía del poder en el mismo.
El llamado culto a la personalidad, no es más que una burda adoración y adulación excesiva, lambonismo en buen dominicano, a un líder político. Es un vicio que ciega a los seguidores y los aleja de la cordura, del sentido común, a través del cual se practica una ponderación excesiva de los méritos reales del líder.
A lo largo de nuestra historia republicana han existido grupos que han fomentado el culto al “lider”, al “jefe”, al que todo lo puede, al único que resuelve, al “iluminado”, llámese Santana, Báez, Lilís, Cáceres, Vásquez, Trujillo, Balaguer, Hipólito, Leonel.
Vivimos en un país presidencialista, donde el culto al primer mandatario es extremamente notable, lo que refleja, de forma clara, la falta de pensamiento propio de cada individuo que ocupa un puesto en el tren gubernamental.
Hasta cuando seguiremos viendo en las oficinas públicas sus paredes adornadas con fotos de mandatarios de turno, insinuando que todo lo que se hace emana de su figura, que él lo observa todo, que cual deidad criolla, él es omnipresente, todopoderoso.
¿Por qué poner por encima de la patria, del mismo Estado, unas figuras corruptas, insípidas, que en la mayoría de los casos salen mal parados de sus regímenes?
El dañino culto a la personalidad en el contexto histórico – político dominicano, es una expresión de apetencia personal desmedida, una clara demostración de narcisismo, egocentrismo y vanidad, una profunda ignorancia de lo que es un verdadero líder, un absoluto irrespeto a todos los dominicanos, una desnaturalización de los procesos democráticos y una manipulación mediática de la realidad para glorificar a un hombre, a un “pendejo a la vela” que llegó al poder para servirse con la cuchara grande, no para servir.
Ese culto a la personalidad es lo que ha fomentado a lo largo de la tortuosa historia republicana la reelección, atribuyéndole al “genio” del líder las grandes obras nacionales, y salen entonces frases como “Gracias al presidente”… “El presidente prometió y dio”… “Fulano trabajando”… “Fulano presente”… “Fulano resolviendo”… “Si no fuera por el presidente”, entre otras, que no son más que elementos que confirman el “enanismo mental” de los ciegos seguidores de los políticos dominicanos.
En nuestro país, los que manejan los ámbitos de opinión pública, aprovechan el escaso desarrollo económico, educativo, social y político del pueblo para promover el culto a la personalidad y por lo tanto la reelección. La concentración en el presidente de la República de tanto poder económico y político, en un país de tantas carencias, hacen de esta figura no sólo el centro en torno al cual giran las esperanzas de la gente, sino también la base sobre la que descansan los intereses personales de familiares, arribistas, agoreros, y toda suerte de oportunistas. Lo que propicia la práctica del nepotismo, prevaricación, del “dame lo mío”… “Eso me toca a mí porque yo te apoyé”.
Algunos, como aves de mal agüero, llegan a plantear que sin determinada figura política el país se estanca, no avanza, no hay desarrollo, nos fuñimos.
Los funcionarios públicos, en vez de hacer su trabajo, de ejercer la función para la cual fueron designados, se preocupan más por “ponerse donde el capitán lo vea”, “cogerle la seña al presidente”.
Usan y abusan de los recursos del Estado, malversan el presupuesto nacional y desarticulan aún más la ya débil institucionalidad del mismo. Asimismo, atropellan a sus compañeros de partido, usan el chantaje y el miedo.
Ahora bien, la historia de la humanidad nos ha demostrado que los grandes cambios sociales, que ponen en marcha a una sociedad determinada, no nacen de las ideas de los pseudolíderes más encumbrados, todo lo contrario, nacen de las fuerzas sociales y materiales que interactúan en dichos procesos. Y los líderes solo harán su papel de manera correcta si se reapoyan en estos principios, o sea, en dichas fuerzas y en la soberanía del pueblo.
En la adulonería presidencial criolla no existen límites, ya que para inaugurar una letrina se invita al presidente o se hace una nota de prensa con la foto del mismo. De esa manera, lo que es una obligación del Estado, se convierte en una actividad proselitista.
Si seguimos así, nos convertiremos en un Estado fallido, nos estaremos encaminando al ocaso de nuestra nación, a la vía hacia el fracaso, al abismo institucional. “Porque es Pa´lante que vamos”.
Dominicanos, urge un cambio ya, ahora, más tarde no habrá tiempo y lo lamentaremos.
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