sábado, 22 de enero de 2011

Vinieron en Chancleta y se van en Yipeta


La yipetocracia dominicana
Julio César Martínez Rodríguez


Yipetocracia es un término criollo, un dominicanismo, que no se quien lo habrá creado, utilizado en varios ámbitos, para referirse a la mediocridad social de aquellos que escudándose en el caro vehículo que conducen, se creen dueños del país y con la patente de hacer lo que le da la gana.

Llama mucho la atención que siendo este un país relativamente pobre, el parque vehicular dominicano muestre una gran cantidad de vehículo de lujo, y entre estos las denominadas “YIPETAS”.

En ese sentido, viajando yo con unos viejos amigos, entre ellos un canadiense, hacia la ciudad de Santiago de los Caballeros, en uno de esos viajes que hago por el interior del país, en calidad de “turista criollo”, nos pusimos a contar los vehículos tipo “yipetas” que nos encontrábamos en el trayecto, cabe destacar que lo comenzamos a hacer desde el inicio de la autopista Duarte, y no desde nuestro punto de partida que fue la ciudad de La Romana. Cual sorpresa fue la nuestra, ya que al llegar al punto de destino, habíamos mal contado aproximadamente 350 vehículos de este tipo. El amigo que no es dominicano, no salía de su asombro y no lo podía creer.

No pongo en duda que todo el mundo tiene derecho a disfrutar del fruto de su esfuerzo, de lo que ha podido conseguir en base a su trabajo. Pero cuando ese “esfuerzo” es una bofetada a la realidad que vive la mayoría de la gente de nuestro país, una exhibición de poder de parte de quienes están el gobierno, un deseo de “echar vaina” de aquellos que han hecho fortunas mal habidas, es una muestra de lo mucho que nos falta por crecer como sociedad. Aquí, todo el ignorante que consigue algún dinerito, lo primero que hace es comprarse una “yipeta”, aunque no tenga donde guardarla y le pida a un vecino que se la guarde en su marquesina, y mucho menos para el mantenimiento y la compra del combustible.

Desde mi visión de la realidad social dominicana, esa actitud es verdaderamente obscena, ofensiva y destructora de nuestros valores, es una bofetada sin manos, porque en un país de tantas carencias la muestra de opulencia desmedida es muy peligrosa.

En fin, si quieres conducir una “yipeta”, haz lo que te de la gana, engánchate a político o a funcionario público, apúntate a ser “amigo” de un bacano, preferiblemente que viva en Colombia, Nueva York o España. Tómate fotografías con “inversionistas” de dudosa reputación, especialmente si te alcanza el “TIEMPO” y asegúrate que sea en el mes de “AGOSTO”, porque E´pa lante que vamos con PAPÁ y el MVP.

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