lunes, 24 de enero de 2011

Haitianos en República Dominicana


Haitianos “buscándosela” en República Dominicana, un problema social de grandes dimensiones
Julio César Martínez Rodríguez


Al iniciar esta reflexión, quiero aclarar que mi punto de vista sobre la migración haitiana hacia la República Dominicana es muy sui generis, ya que por un lado propugno una clara política migratoria y un control estricto en la frontera, y por el otro defiendo el aspecto humanitario de dicha migración, porque la misma es una migración de hambre, de necesidad, de subsistencia, en el sentido de que la generalidad del pueblo haitiano vive en la indigencia, mucho más ahora luego del fatídico terremoto del 12 de Enero de 2010.

Resulta una imagen muy lamentable y bochornosa observar en las esquinas de las principales ciudades de nuestro país a una gran cantidad de niños y niñas de nacionalidad o de origen haitiano pidiendo en las calles para “comer”.

Este fenómeno se suma a la gran cantidad de jóvenes mujeres haitianas mendigando con sus “hijos” en brazos, algunas veces hasta hastiar a los transeúntes con su insistencia al pedir dinero, sentadas en las aceras, haciendo sus necesidades fisiológicas, viviendo prácticamente en dichos lugares.

Que no decir de los vendedores callejeros de guineos, frutas, guandules, y otros frutos menores, que han pasado a ser exclusivamente haitianos, desplazando a las denominadas “marchantas”, que llenaban las calles de nuestros pueblos con su pregón.

Otro renglón de la economía informal dominicana que ha caído en manos de los inmigrantes haitianos es el de la venta de helados en las calles, así como el de jugos de china y los denominados “violaos” , con la consecuente complicación de higiene que esto puede acarrear, ya que el concepto de la misma va de la mano con la educación, cosa esta que adolece la mayoría de la población haitiana y también la dominicana.

La mano de obra haitiana también hace su presencia, tal vez las más conocidas, en la construcción y en la agricultura, ya que ninguna de dichas actividades económicas en nuestro país podrían desarrollarse sin la participación de estos nacionales. La dependencia está acentuada en que el crecimiento y desarrollo de estos renglones económicos, van estrechamente de la mano con la utilización, por parte del empresariado dominicano y del mismo Estado, de la mano de obra barata, casi en condiciones infrahumanas, con el pago informal, no registrado en la seguridad social.

Para muestras basta un botón, dice un adagio popular, por lo tanto, se confirma la afirmación anterior solo con hacer mención del cultivo de arroz, guineo, café, cacao, tabaco, tomate industrial, habichuelas, hortalizas, caña de azúcar y la mayoría de los vegetales producidos para los mercados local y extranjero, en los cuales es casi imprescindible la contratación de haitianos para las labores de cultivo, limpieza, aplicación de agroquímicos, carga, pesaje y seguridad.
Y hablando de seguridad, de lo cual ampliaremos en otro artículo, las compañías de vigilancia privadas, hacen uso de inmigrantes haitianos, ilegales en mucho de los casos, para ofrecer sus servicios de seguridad en nuestras casas, negocios y oficinas, algo inverosímil, ya que para ser parte de un staff de vigilancia privada, se debe, por lo menos eso creo, ser depurado por las autoridades judiciales, y ¿cómo pueden ser depurados aquellos que no están legales en nuestro país?.

Sin ser una voz agorera, esto se nos está saliendo de las manos. La realidad social que estamos viviendo con la incontrolable migración haitiana es un elemento del cual no podemos obviar en los espacios de discusión y opinión, ya que esta gravita de manera permanente sobre el porvenir económico, social, cultural y político de nuestro país. Y amenaza el sistema democrático e institucional de ambas naciones.

El descuido de las autoridades dominicanas es, hasta cierto punto, insostenible, inviable y una verdadera bomba de tiempo, de la cual todos saldremos afectados.

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